(C) 2011 - 2023 Hugo Rodríguez V.

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sábado, 28 de mayo de 2011

El canto vivo de Illapu

El grupo Illapu nace en Antofagasta, norte de Chile, en 1971; al año siguiente sus integrantes (los hermanos Roberto, José y Andrés Márquez, junto a Raúl Mavraquis, Luis “Pato” Valdivia y Fernando Sepúveda) se radican en la capital, la ciudad de Santiago. Allí graban su primer disco, “Música Andina”, en el apogeo de la Nueva canción Chilena. En este disco, además de varios temas instrumentales, se incluyen dos canciones que demuestran el interés de Illapu por la temática social: Milonga para nuestros tiempos y Manos obreras.
Con gran profesionalismo, Illapu se adentra en las culturas andinas, incorporando instrumentos variados como moxeños, pinkillos, flauta india, bandurria y bongó, además de los más conocidos quenas, zampoñas, charango y bombo. Ese mismo espíritu los lleva a conocer las provincias argentinas de Salta y Jujuy en 1975, año en que aparece su segundo disco, Chungará. Posteriormente, registran el Candombe para José,  de Roberto Ternán, que se convierte en un gran éxito en Chile, en los años más duros de la dictadura de Pinochet. El gobierno militar comienza a ver con malos ojos el suceso de Illapu. La presentación de la obra El grito de la raza” , con texto de Osvaldo Torres y música de Roberto Márquez se presenta  en el Teatro Carlos Cariola, y al año siguiente en el Gran Palace, ambas salas en Santiago. “El grito…”  pone sobre el tapete las reivindicaciones de las etnias originarias, muy golpeadas en este momento histórico. La represalia del dictador es prohibir el ingreso de los integrantes de Illapu al país, tras una gira por Europa.
Tras unos años de residir en Francia y México, los integrantes de este famoso grupo regresan a Chile, donde participan activamente en la campaña por el NO a la permanencia de Pinochet en el poder. El testimonio de estos momentos (1988) queda registrado en el disco “Illapu en vivo. Parque La Bandera”, registrado en las afueras de Santiago el 24 de septiembre de ese año. En marzo de 1990 Patricio Aylwin asume la presidencia del país, finalizando diecisiete terribles años de dictadura militar. Este año Illapu graba el disco “Vuelvo amor…vuelvo vida”, que incluye la hermosa canción Vuelvo para vivir. La relación con Argentina es esporádica, tanto en conciertos como en edición de discos. El sello EMI publica aquí En estos días…” (1993) y una Antología que incluye una selección de temas de sus últimos ábumes publicados en Chile. Más adelante aparecerán Morena esperanza (1998) y Momentos vividos” (2000). Tras un esperado concierto a mediados de los 90, Buenos Aires tendrá que esperar más de diez años para volver a vibrar con la música de Illapu. Sin embargo, el grupo se presenta en ciudades del interior como Chos Malal y Cosquín.


A partir de 2001 Warner Music publica en Chile buena parte de la obra de Illapu, aquella administrada por el propio grupo, que incluye sus primeros discos y títulos tan importantes como Theatre de la Ville (en vivo) y El grito de la raza, grabado en 1978 pero que permaneció inédito hasta estos días. Aquí sólo aparece una Antología 1972-1982 y el nuevo CD Illapu, que incluye la canción Ojos de niño y una gran versión de la Plegaria a un labrador, de Víctor Jara.
El reencuentro de Illapu con el público porteño se produce en 2009, con un hermoso recital en el Teatro ND Ateneo. El sello nacional DBN comienza a editar algunas producciones discográficas, apareciendo ese mismo año el compacto Illapu Vivo. Al año siguiente, el escenario es el histórico Teatro IFT, donde cantara Violeta Parra a principios de los años 60; como en la oportunidad anterior, la gente no se privó de bailar en los pasillos del teatro, al ritmo de saya y huayno-candombe al que nos ha acostumbrado esta agrupación, mixturando sonoridades e instrumentos.
Finalmente llegamos a 2011. Esta vez oficia de anfitrión la peña La Salamanca, perteneciente al conjunto Los duendes de Salamanca, con quienes comparten una importante gira por el país. Salta, Tilcara, San Salvador, Tucumán, Córdoba, Ciudad de Buenos Aires y La Plata. Presenciamos el espectáculo en esta última ciudad. Se anunciaba en el Teatro- Sala Ópera, lo cual parecía dar cuenta de un gran recinto; sin embargo, el lugar era ideal para funcionar como peña y por supuesto para bailar y compartir la fiesta colectiva. Tras una presentación de Los Duendes, llegó el momento largamente anhelado: Illapu estaba en el escenario. El primer tema es Escribo por ejemplo, con emotivos versos de la poeta antofagastina Nelly Lemus. Tu propia primavera , en ritmo de saya, es una de las canciones que sintetiza los sentimientos de amor y de ensoñación con una nueva realidad. Vivir es mucho más reafirma la filosofía de Illapu: la búsqueda de nuevos horizontes, del cambio permanente sin perder el optimismo en un mundo poco complaciente. Antes de la canción que sigue, las palabras de Roberto invitan a la reflexión: “Esta es una canción necesaria; narra una situación que nos da mucho dolor, la de los detenidos-desaparecidos. Quisimos dar nuestra opinión sobre el genocidio de la dictadura cívico-militar”. El tema no nos es ajeno a los argentinos, por lo que escuchamos con especial atención Por si algún día. Otro tema que duele y preocupa, la situación de pueblo mapuche en Chile, se nos presenta en la poesía de Elicura Chihuailaf: Bio Bio, sueño azul. La criminalización de quienes luchan por sus derechos y el ecocidio perpetrado en el sur del vecino país invitan a luchar contra la indiferencia de los gobernantes ante la crítica situación descripta.




La segunda parte del espectáculo da lugar a los temas clásicos pero no por ello menos vigentes: Lejos del amor (1993) es uno de los temas donde se aprecia el enorme trabajo artístico de Illapu, la mixtura de sonoridades andinas con un ritmo bien marcado y una poesía dotada de gran belleza. La relación del conjunto con nuestro país se rememora a través de Amigo, de René Careaga y la famosa Zamba de Lozano, donde se luce la voz de Milena Salamanca. Roberto Márquez nos cuenta su experiencia en la Mina Aguilar, a 5000 m de altura, cuando visitaron el Noroeste Argentino en los 70  .Juana Azurduy, una gran mujer popularizada por otra grande, Mercedes Sosa, se nos aparece con toda su fuerza en la canción de Luna y Ramírez cantada con gran expresividad por el conjunto trasandino. Hacia el final, invitando al baile colectivo, llegan Paloma, vuela de nuevo, el tema instrumental Baila Caporal  y Morena esperanza, con su contagioso ritmo: se luce especialmente el violinista invitado, Jorge Gordillo. Como bises, para cerrar una noche brillante, dos canciones “imprescindibles”: Vuelvo para vivir y Candombe para José. Como buenos fans, nos quedamos con ganas de algunos temas más.

Texto y fotografías: Hugo Rodríguez V.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Ricardo Chazarreta y el legado de Yupanqui

       La enorme impronta que dejó don Atahualpa Yupanqui (1908-1992) puede apreciarse no sólo en la gran cantidad de grabaciones que podemos disfrutar, sino también en el sentir de nuevas generaciones de músicos. Durante las primeras décadas del siglo XX,  se hizo hincapié en la difusión de las músicas nativas, aun cuando no se acuñaba el término folklore, buscando una identidad en una época de grandes cambios sociales. Los payadores aportaron su arte en las primeras grabaciones fonográficas y tiempo después lo harían famosos dúos como el de Gardel y Razzano. Atahualpa recién graba su primer disco en 1936, dando origen a una esmerada labor de composición en letra y música, pero también de rescate folklórico recorriendo buena parte del país.
            La importancia de la obra de Yupanqui reside no sólo en la variedad de ritmos que recrea en su guitarra sino también en la poesía de sus letras, que no se ciñe a la “tradición” de reflejar idílicas visiones del hombre y la mujer del campo, sino, por el contrario, reflejar al ser humano corriente, en sus luchas cotidianas, sus esperanzas, sus alegrías y sus penas. De alguna forma se anticipa al movimiento surgido en los años ’60, denominado “Nuevo cancionero”, que propone una renovación de los contenidos de las canciones de raíz folklórica. Yupanqui compone de forma espontánea, compartiendo la realidad de la gente. De esta forma, los profundos sentimientos que afloran en su obra se arraigan en el propio pueblo, que los asimila como propios y los recrea con la misma espontaneidad que su autor.
            

Ricardo Chazarreta, egresado del Conservatorio “Alberto Ginastera” de Morón (Buenos Aires) es uno de los grandes intérpretes de la obra de don Atahualpa. Durante su concierto, cerrar los ojos es escuchar la guitarra del maestro, su obra totalmente vigente y actualizada en canto y melodía vivos. “La del campo” es una hermosa obra instrumental compuesta por Nenette, la esposa de Yupanqui, bajo el seudónimo de Pablo del Cerro. Otra obra del repertorio del recordado cantautor es Yo quiero un caballo negro,composición propia que grabó en 1971 en Francia y que es poco conocida aun. Ricardo recrea esta obra con gran sentimiento. La Zamba del arribeño, de Néstor Soria y Juan Falú está a tono con el estilo elegido para el recital, mientras que los Tres bailecitos, entre los que se incluye el popular Sirviñaco, de Jaime Dávalos y Eduardo Falú nos permiten apreciar los ritmos del norte en la guitarra y el canto de Ricardo.  Un recital un poco breve, que alienta a una nueva presentación, más duradera, para disfrutar a pleno el legado de Yupanqui y  el arte contemporáneo de uno de sus más fieles intérpretes.

Recital de Ricardo Chazarreta
Sábado 21/05/2011 en "La Grieta"
José Murias 318, Haedo, partido de Morón (Bs. Aires)