(C) 2011 - 2023 Hugo Rodríguez V.

(C) 2011 - 2023 Hugo Rodríguez V. Prohibida la reproducción de textos y fotos originales sin autorización escrita del autor.

viernes, 8 de julio de 2016

Cultura Charango se suma a la red de difusión musical

El nuevo espacio de comunicación inició sus actividades con una página oficial y un primer encuentro en Buenos Aires para sentar las bases de su propuesta a nivel regional.




Primer encuentro de “Cultura Charango”
Villa Urquiza,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina

Domingo 3 de julio de 2016



“Cultura Charango tiene como objetivo la difusión del charango, conectarnos con los charanguistas de todo el mundo y promover el intercambio de culturas”.  Tal la carta de presentación de este nuevo espacio, en cuya página oficial pueden encontrarse tutoriales, partituras, fechas de conciertos y videos musicales, entre otros atractivos para los amantes e intérpretes de dicho instrumento. La idea de una primera reunión, realizada en un domicilio particular en la capital argentina, nos ha permitido tomar contacto con músicos y luthiers de este país para seguir disfrutando y aprendiendo del arte musical en charangos. Las gentiles anfitrionas del encuentro han sido Ángeles Filgueira Risso y Agustina Gómez, músicos y docentes de importante trayectoria. Según uno de los músicos participantes, el clima de cordialidad y hermandad en el lugar le hacían pensar que estaba en una fiesta de cumpleaños.



Agustina Gómez y Ángeles Filgueira Risso



Damián Verdún (Rosario, 1982) ha tenido el honor de inaugurar el segmento artístico de esta reunión. Con una importante formación artística, Damián ha actuado en diferentes ciudades de Latinoamérica y Europa, cosechando éxitos gracias a su indiscutido talento como intérprete y como compositor. Ha editado dos CD: “Aguarriba” (2009) y  “Urbano” (2015), además de participar en obras de otros músicos.  El Festival Internacional Charangos del Mundo lo contó entre sus protagonistas en diferentes oportunidades; también ha actuado junto a Yisela Sosa, Julián Venegas y Viki Virgolini bajo el nombre “Colectivo Upé”. Actualmente combina su actividad como solista con su participación en la Orquesta Argentina de Charangos, dirigida por Rolando Goldman.


Damián Verdún


El primer tema que podemos disfrutar es La partida, composición instrumental de Víctor Jara a la que Damián le suma sus peculiares arreglos, desarrollando la melodía original con otros matices. Somos partícipes de un estreno: La cueva del sapo (D. Verdún), basada en el ritmo ecuatoriano “albazo”. El uso de loops le permite al artista utilizar sucedáneos de percusión en vivo. Por otra parte, en el desarrollo del tema va divagando con diferentes melodías que se alejan un poco del albazo y van adentrándonos en la personalidad del compositor. Cierra la obra una serie de melodías superpuestas, coronando una interesante creación.
El tercer y último tema, a modo de bis, es la celebrada composición Niño, interpretada en diferentes escenarios antes de quedar plasmada en el reciente CD de Damián. Quienes deseen conocer más sobre la actividad del músico rosarino pueden visitar su página oficial, así como escuchar su programa “Charangoscopio” por la radio virtual Flash Violeta.


Enlaces externos:





Damián Ranieri (n. 1977) y Leandro Negri (n. 1980) han participado en diferentes experiencias artísticas. Damián es egresado de la Escuela Superior de Arte “Leopoldo Marechal” (La Matanza) y ha formado parte de las agrupaciones La Cruz del Sur y Tinenti Trío, además de colaborar habitualmente en la organización del ciclo “Charangos en Argentina”. Leandro es miembro de El Guitarrazo, Orquesta-Escuela de Guitarras. A su labor en ese grupo suma sus tareas de docente y compositor. Ambos músicos se presentan bajo el nombre Dúo Ranieri – Negri, actuando en diferentes espacios con una propuesta artística de gran calidad.


Dúo Ranieri - Negri

El interesante diálogo que propinen Damián y Leandro en charango y guitarra respectivamente  comienza con la zamba Perfume de carnaval (Peteco Carabajal). Cerrando la primera parte del tema se escucha el cantar de un gallo, proveniente de un teléfono celular. Los músicos bromean al respecto, manifestando que se trataría de “una loopera campera”. Tal el grado de distensión y fraternidad del encuentro. 


Damián Ranieri


La segunda obra es una chacarera “de origen docente” según su creador, Leandro Negri. Su curioso título es De cuarta, adjetivo más humorístico que real, ya que se trata de una composición muy bien lograda y ejecutada para lucimiento de ambos intérpretes. Adriana Lubiz, una de las principales promotoras del espacio “Charango Argentino”, docente, compositora e intérprete, está presente a través de su composición La cuequita.


Leandro Negri


Cierra esta linda presentación una Selección de bailecitos de Damián Ranieri, compuesta por Como agua de río, Fluyen y Momentos, títulos que podrían combinarse para lograr una frase muy elocuente. La musicalidad implícita en cada uno de estos bailecitos nos remite a hermosos paisajes naturales de nuestra Argentina, con reminiscencias de temas de la tradición cultural del norte. Como bis escuchamos la chacarera de Cachilo Díaz La humilde interpretada con sentimiento en charango y guitarra.



Tras una pausa de unos diez minutos para compartir unos mates, ver discos en venta y conversar sobre el charango y otras cuestiones se reanuda en encuentro con una charla a cargo de los luthiers Sebastián Vázquez (General Rodríguez, provincia de Buenos Aires) y Jonathan Garabello (Parque Patricios, C.A.B.A.), quienes compartirán algunos aspectos referentes a la construcción de este instrumento de origen andino.

Jonathan:  “Es muy lindo que se organicen estas cosas en torno al charango. Coincido con Sebastián: a través del Facebook parece que nos conociéramos todos pero cuando llega el contacto personal es cuando uno se conoce realmente con los demás Es muy lindo poder compartir de esta manera.  Para nosotros poder estar hablando con ustedes es como hacerlo entre nosotros respecto al charango; es un descubrimiento para todos: para nosotros mismos la forma de trabajar de cada uno, la manera de ver el instrumento, vamos descubriendo diferentes cosas.”


                                                          Jonathan Garabello

                                    
Sebastián: “Buenas tardes. Gracias a Agustina y a Ángeles. La verdad está muy bueno poder venir acá a compartir la charla un rato. Encontrarse con caras nuevas, desconocidas, también. Me encontré con él, que me compró un ronroco y no lo conocía. Vivo lejos [de la capital] y a la gente que me compra se lo mando [al instrumento] o lo van a buscar a lo de mi vieja. Está bueno conocernos en un lugar así. Pueden preguntar lo que quieran: les podemos contar cómo se construye un charango, lo que quieran.”

“Consejo para comprar un charango: les diría que tenga la etiqueta mía adentro (risas). Siempre que me dicen “¿qué me recomendás?” respondo “lo importante es que afine bien”. Cuando van a probar un charango varía el sonido entre uno y otro instrumento, pero esto va a gusto de quien lo toca. Depende de la música que va a tocar. Uno busca un sonido, otro busca otro sonido. Lo más importante para mí, básicamente, es que afine bien, que la altura de las cuerdas no esté extremadamente separada del diapasón, que no sea difícil de tocar. Cuando se empiezan a separar mucho uno para pulsar la cuerda aprieta mucho y le genera un estiramiento: eso hace que la nota se vaya para arriba. Cuanto más cerca está la cuerda del diapasón el estiramiento es menor y es imperceptible al oído. Igualmente se compensa un poco en el puente. Básicamente yo me fijaría en eso. Cuando la gente quiere venir a cambiar el instrumento y me dice “quiero comprarme algo mejor” es porque cuando van aumentando el conocimiento el instrumento les queda chico. Cuando tocan acá arriba está todo bien, pero cuando comienzan a tocar a partir del séptimo traste, ocho, nueve, diez, ya empieza a sonar cualquier cosa. Entonces le empiezan a encontrar las limitaciones al instrumento.”


Sebastián Vázquez


Respecto al tamaño: ¿habría que tener uno chiquito y uno grande?

Sebastián: “Este es un charango; el otro más grande es un ronroco. Dentro del charango hay una familia que es muy grande: hay en cada país (Perú, Bolivia, etc) y en cada región charangos distintos. Distintos tamaños, distintas afinaciones. Acá en Argentina los que más se usan son el charango, el ronroco y el maulincho en menor medida. Esos tres tamaños. Entre 35 y 38 cm el largo del cordal del charango, en 32 cm el maulincho y en aproximadamente 44 cm el ronroco. Son las medidas que se utilizan acá. Yo todo lo que hago en medidas diferentes a las mencionadas lo hago especialmente, a pedido. Determinada cosa, tal afinación.

Jonathan: “Hay un ronroco que no se utiliza tanto acá, el de los Kjarkas, que es el charango octavado. Está en 48 cm, es más grande todavía [que los mencionados]. Hay encordados también para esos charangos.”

Sebastián: “Otra cosa importante para mí, a la hora de comprar un charango,  es la cantidad de piezas. Muchos me preguntan si es conveniente que esté hecho en una o dos piezas. Yo personalmente recomiendo el realizado en dos piezas. Porque cuando compro la madera selecciono: toda lo que tenga la veta bien paralela, vertical y derecha la uso para los mangos. Así me aseguro que no se vaya a doblar. Cuando uno compra una tabla de 3 m la veta a veces hace “así y así” [no está derecha]. Si vos lo hacés de una pieza y en la parte del mango la veta se dobló para acá es imposible después que eso se doble.”

Jonathan: “Hay mucho de los místico en que [el charango] sea de una sola pieza. La realidad es que cuando uno no lo hace en dos piezas pasa eso. Uno puede elegir las maderas. Para la caja puede elegir una que dé mayor sonoridad y para el mango una que sea más estable. Y hay que tener en cuenta el peso. Se puede utilizar cedro en el mango, que es más liviano, y madera más dura acá. Eso equilibra un poco los pesos en el instrumento. Cuando uno trabaja con una madera dura, como la del naranjillo (al igual que en los instrumentos bolivianos) debe saber que es una madera pesada y queda pesado el instrumento.”


 Más allá del peso, ¿cómo varía el sonido según la elección de cada madera?

Sebastián: “En la tapa. Yo soy un convencido de que lo más importante es la tapa. Si la caja la hiciera de otro material no influiría tanto. Hay maderas que son muy porosas y absorben mucho el sonido, lo que quizás no sea bueno. Para la caja más vale tener una madera densa y que cumpla la función de rebotar, no de absorber el sonido. Lo más importante es la tapa armónica. Se hace de maderas que crecen en bosques congelados, maderas de crecimiento continuo. Por ejemplo, esto es un pino y esto un cedro canadiense, esto es un abeto alemán. Todos de la familia del pino. Si ustedes comparan ese pino que está allá arriba con el que compramos acá; si ven que tiene una veta así y otra así, la veta que crece así es la que crece en invierno y en verano crece una veta así: blanda y porosa. Esa madera, si la usáramos para un instrumento, nos daría un sonido totalmente desbalanceado, que vibra acá de una manera y acá de otra. Lo que hace ese tipo de árboles de crecimiento continuo o perpetuo (que no deja de crecer en otoño) cuando baja la savia sigue creciendo parejo todo el año. Esto hace que las vetas sean paralelas, una separada de la otra, lo que permite que el sonido sea balanceado, manteniendo mejor las vibraciones. El sonido depende de lo que uno le dé de espesor [a la madera] y cómo juegue entre el espesor y las barras que uno pone para que no se doble. Yo siempre digo que esto funciona como un parche de bombo: tiene que vibrar. Si uno lo pone un poco rígido, que la cuerda no lo haga vibrar, no va a sonar.”

“Gente que está aprendiendo a fabricar un charango me pregunta por las medidas. Yo no utilizo medidas porque cada madera es distinta. Para el aprendiz sí hay cierto rango de medidas. Pero después a cada madera uno le da un par de décimas más o menos. Por ejemplo, para la tapa me fijo la flexibilidad. Hay un momento en que se vuelve flexible. Cuando le voy dando espesor y espesor me doy cuenta que se vuelve flexible. Y ahí le empiezo a encontrar la vibración, sabiendo que por ahí es. Con cada madera trato de llegar a esa flexibilidad. Busco que todos los instrumentos tengan esa flexibilidad, para mantener siempre “mi” sonido. Cada luthier tiene un sonido particular. Básicamente está en eso: en cómo maneja la madera, qué espesores usa, más que nada.”

Jonathan: “Sí, eso de buscar la flexibilidad en un instrumento es buscar cómo va a vibrar.”




Veo que tenés un estilo de cajas muy particular

Jonathan: “Yo le doy un poco de ángulo a la caja y eso lo fui desarrollando para darle un ángulo acá, es más anatómico. En cuanto al sonido, encontré algunas cuestiones que se basan un poco en los instrumentos de [José] Patagua. Siempre me gustaron los instrumentos de Patagua, y yo veía que él acá les hace una cuña. Yendo a la construcción, es fácil hacer eso con una sinfín. A veces la cuestión va por ahí: entre las técnicas de construcción y el sonido. Como que se van entrelazando también en lo que uno busca. Por esa búsqueda yo los hago así. Yo había hecho algunos más “culoncitos”, que le dan otra carga a los graves. Pero cada uno le va encontrando [lo que desea] por diferentes lugares. También se le puede dar graves del otro lado de la tapa.


Viene a ser más que nada una búsqueda estética la de la parte de la caja…

Jonathan: “Sí, estética y de sonido también. Y de técnicas de trabajo, muchas cosas que se van juntando.”


Hay mucha investigación propia. De charango a charango van experimentando ustedes mismos, encontrando secretos que jamás los confesarán

Sebastián: “No hay tanto secreto. “Secreto” es lo que estamos diciendo ahora: para mí la papa de cualquier instrumento es la tapa. No hay otra cosa. Y un buen diapasón. Estamos de acuerdo todos porque es la realidad”.

Jonathan: “El tema de la caja es esto: cada uno por ahí encuentra su manera”.

Sebastián: “Una caja de estas que yo hago me genera como una bola de armónicos que queda dando vueltas acá, y cuando hago las cajas así trato de buscar un sonido que escupa para acá, que sea más seco. Si me gusta un charango lo hago así. Si, por ejemplo, lo quiero para hacer rítmica, tocar música boliviana y viene un sonido agudo, que escupa, lo hago con esa forma y tendrá un sonido como más “latoso”. Si lo hago como me gusta a mí busco esto, que tiene un sonido como más envolvente.


Digamos que pueden construir a pedido. Viene un charanguista y  les dice: “quiero tal sonido” y ustedes laburan [trabajan] sobre ese sonido…

Jonathan: “Cuando se hace a pedido sí. Es lindo escuchar cómo tocan. Muchas veces los músicos saben realmente lo que están tocando y buscan tal sonido… Hay otros que quizás no lo saben y están en la búsqueda. Ahí es cuando uno se pone a escucharlos y ver qué es lo que tocan para saber a dónde apuntar”.







¿El sonido “latoso” tiene que ver con qué cosas del charango?

Sebastián: “Una, la tapa. La tapa más gruesa te va a dar un sonido más “latoso”. Y no con tanto sustain. Por eso no se te van a generar tantas vibraciones, tantos armónicos dando vuelta. Yo no digo “latoso” como malo, sino como más seco, más agudo. Que no tiene graves. Yo lo encuentro ahí, más estridente.”


¿Tiene que ver el clima, lo seco de la región andina de Bolivia, por ejemplo?

Sebastián: “Acá [en la región pampeana] los días de humedad no suena el instrumento.”

Jonathan: “Cuanto más finita es la veta, más estable un instrumento. Y cuanto más gruesa, la humedad lo afecta un poco más. Como que trabaja un poquito más la madera. Cosas algo sutiles pero que afectan un poco.”


¿Alguna recomendación para cuidar el instrumento en un clima tan cambiante?

Sebastián: “Generalmente, el instrumento que está hecho acá [en Buenos Aires] chorrea agua, está hecho en la humedad. 99% de humedad todos los días es imposible [de soportar][Se refiere a ciertos períodos muy lluviosos en la zona metropolitana]. Me ha pasado, viajando de una provincia a otra, sentir cómo los trastes se ponen puntiagudos, se van para adentro o para afuera (el diapasón es la única parte del instrumento que no está laqueada o lustrada, entonces está expuesta a la humedad). Se agranda o se achica un par de décimas y se nota en los trastes que se ponen puntiagudos. Al regresar todo vuelve a la normalidad. Estuviste en Mendoza y “se te cortan las manos”, volviste y solo se acomodó. A lo mejor comprás un charango acá y te vas a vivir a la sierra cordobesa. Al llegar tendrías que llevárselo a alguien que te lo acomode (los trastes, el diapasón).”

Jonathan: “Algo que está bueno cuando te vas a un clima muy seco es poner  en la funda o dentro del instrumento algo que lo mantenga húmedo. Ahora no vienen más los huevitos Kinder, pero es una buena idea agujerear [los envases plásticos que vienen dentro] y ponerles dentro un algodón mojado. Eso está bueno hacerlo.”

Sebastián: “Hay unos aparatos que venden para las guitarras que mantienen la humedad. Lo colocás acá adentro, en el estuche, y te mantiene la humedad del instrumento.”

Jonathan: “Lo que más los puede afectar es [pasar] de húmedo a seco. En la humedad la madera está más dilatada. Cuando se va a [clima] seco se contrae y ahí es cuando puede rajarse el instrumento. Y lo que nunca hay que hacer—lo saben los charanguistas que son viajeros—es no dejarlo dentro de la carpa. Porque en la carpa le da el sol, hace como 70° de calor. Cuando lo vas a buscar está todo desencolado.”

Sebastián: “Rodo, de la orquesta de Morón, tiene un departamento que es super caluroso. Él vive con aire [acondicionado]. Se fue de vacaciones, cerró todo y dejó el charango y el ronroco. Hace como cincuenta mil grados allí adentro sin aire. Cuando regresó tenía desencolados el ronroco (la tapa) y el charango (el puente). Conviene desajustarlos cuando se viene un cambio de clima. Hay que bajarles las cuerdas pero siempre tiene que haber un poquito de tensión.”

“Para hacer reparaciones como despegar un puente, una tapa, lo que sea, la técnica es la plancha, un trapito húmedo, lo dejás y se despega solo. La humedad y el calor no son buenos. Hay que tener precaución. En cuanto al mantenimiento, yo uso laca o cuando hago lustrado manual, goma laca. Se lo puede mantener con aceite de nuez. Cuando es laqueado se le puede pasar un trapito húmedo, un Blem en un trapo, y listo. Le pasás el producto al trapo y después le pasás al charango. En cuanto a la tapa, si está lustrada con goma laca no le pases nada. Si es laqueada, sí.”





¿Para sacarle las [marcas de las] uñas hay algo que pueda hacerse?

Sebastián: “Si es la marca en la madera, lija. No conviene en ningún modo agregarle masilla u otra cosa para tapar las marcas. Porque eso después se afloja y te va a hacer algún ruidito. Queda suelto y te va a traer problemas.”


“Cómo afecta el peso entre la caja y el clavijero, por ejemplo, en los charangos bolivianos?

Sebastián: “Como se hacen de una pieza y la madera es dura y pesada puede ser que queden más marcados al tocarlos. Yo “me mato” haciéndolos livianos y después le pongo el fierro este y todo el laburo de bajar 2 g de acá, 2 g de allá…”

Jonathan: “El clavijero de madera para el peso es lo ideal: es muy lindo y liviano. Hay que afinarlo, hay que estar muy práctico. La clavija de madera apenas la tocás se te fueron dos tonos… Está bueno para el que no usa el charango colgado, con correa.”

Sebastián: “Hay algunos luthiers que le hacen el mástil hueco también.”

Jonathan: “Yo lo hago hueco. Es justamente para alivianar y yo le encontré que logra hacer vibrar el mango también. Es algo muy imperceptible en realidad, pero cuando uno va tocando siente esa cosa sutil de que está también emitiendo sonido el mango. Y cuando tiene eso y el clavijero de madera se siente mucho. Sentís que sale el sonido hasta de la cabeza. Y es leve pero se siente”.

Sebastián: “A Luis Fino, cordobés, le hice un par de charangos de esos “locos”, de 30 órdenes, de 20 órdenes, y los mástiles son una cosa así [enormes] y los hice huecos, como dos canales, pero bastante grandes y estaban buenos porque se escuchaba acá, con un gran retorno…”

Jonathan: “Una vez experimentando hice uno con el mango más grueso y totalmente hueco. Era como la misma caja. Tenía un puentecito nomás. Y tuve que hacer unas barras para que no se hundiera el diapasón. La verdad que era otra caja más: se gana una caja más. Pero es otra cosa, otro sonido.


Respecto a las cuerdas, aquí hay dos fábricas. ¿Cuáles recomiendan?

Sebastián: “Son las dos igual de malas” (risas).


 ¿Conocen alguna otra? Todos queremos saber…

Sebastián: “No conozco otras”.


¿Y las entorchadas?

Sebastián: “No me gustan. Las probé y no me duraron nada. Se deshilacharon todas de punta a punta y “me quería morir”. Por ahí para ciertas cosas, para la búsqueda de ciertos sonidos… Es todo un tema lo de las cuerdas. Hablé a los responsables de la fábrica, mil veces a los chicos de “X”[nombra una marca] a ver si podían hacer algo para mejorarlas. Me he ofrecido yo para experimentar. La cuestión es que son empresarios. Piensan en la plata: el [del] charango es un mercado muy chico para ellos.


Está creciendo…

 Sebastián: “¿Sabés lo que pasa? Venden cuerdas de guitarra para todo el mundo. El nylon de “X” le vende a “Y”* Hacen veinte marcas de juegos de cuerdas de guitarra y dos de charango “de lástima”.  Cuando realizás un pedido te las tienen que hacer porque ni siquiera tienen en existencia. Es difícil.”






Los que recién comienzan a aprender a tocar quizás no tengan dinero para comprar un charango costoso. ¿Ustedes hacen modelos para alumnos, o de estudio?

Sebastián: “Yo todo lo que hago es para la gente, para todos. En cuanto al nivel “costo” yo trato siempre de vender barato. Yo tengo charangos de $ 3800 [250 dólares estadounidenses] tan buenos como los de $ 6000 o 7000 [400 – 460 USD]. Por algo uno es lo que es y está donde está. Yo siempre me puse en el lugar del comprador. Si yo tengo que ir a comprar un instrumento [a precios de mercado internacional] nunca hubiera podido aprender el charango porque nunca hubiese podido pagar 10, 12 lucas un charango [$ 10000 = 665 USD]. Siempre todo me costó mucho; siempre pienso en el que lo viene a comprar juntando peso por peso y trato de trabajar para esa gente”.

Jonathan: “Uno trata de hacerlo lo más económico posible pero también hay valores que quizás no se pueden bajar.”

Sebastián: “Yo para poder tener ese charango a ese precio tengo que recorrer medio Buenos Aires para conseguir precio por los materiales. Hoy en día, por ejemplo, para las tapas que estoy usando estoy llamando por teléfono todo el tiempo; apenas entran voy, agarro, salgo, busco el precio. Sino tenés que ir a comprar tapas de guitarra que salen $ 900. Para un charango tenes $ 300 sólo en este pedacito de madera. Y así cada cosa: voy de acá para allá. Si me relajo y voy a donde compra Casa Prado, que es un distribuidor de madera para instrumentos, un charango no podría venderlo nunca al precio en que lo vendo.”

¿Hacen ustedes clavijeros de madera?

Sebastián: “Yo sí, por pedido (…) es un re-laburito hacerlo. Hay que buscar la madera que tenga la veta bien derecha para que no se parta. Y sino se pueden comprar las clavijas que ya vienen hechas, las de violín. Pero no me gustan cómo quedan estéticamente (…)”



¿Han trabajado alguna vez con maderas recicladas? Hay algunos luthiers que lo están haciendo con buenos resultados

Sebastián: “Sí. Por ejemplo, en el charango que hicimos para la hija de Damián, la caja de nogal está hecha con madera del techo de una iglesia que se cayó en Salta. Estaban vendiendo la madera para poder comprar otro techo y bueno, es una madera reciclada. Los mangos son de cedro de los marcos de puertas. Lo que pasa es que es limitado. Cuando te ponés a producir todos los días es difícil conseguir madera para reciclar. Tenés que ir a comprar madera nueva. Prácticamente cuando tenés una continuidad de producción se te hace más complicado reciclar. Es más fácil comprar un tirante, saco un mango, corto todos los mangos, que andar reciclando una madera. Que está picado acá, que la limpio, a veces tiene pintura: hay que limpiarla porque sino te desafila la cuchilla del cepillo. Si reciclás madera a veces te encontrás un clavo, rompés alguna herramienta. Si encontraste un clavito rompiste una sierra. Cuando producís de manera continua te conviene ir a comprar el pedazo de madera. Lo que tiene es que la madera reciclada es vieja y a veces la ofrecés cuando te hacen un pedido especial. Es muy linda para usarla precisamente por eso: porque es antigua. La molécula de la madera se va cristalizando. De ser algo pastoso con el correr de los años se va convirtiendo en algo similar a un cristal. Por eso suena.  Por eso cuando tocás una madera vieja queda vibrando como una campana. Esa es la ventaja que tiene. Yo la mayoría de lo que uso lo paso por secadero. Aunque compro madera seca ya, posee un 25% de humedad. De donde la compro la llevo al secadero, la dejo un mes allí y la traigo con un 7% de humedad. Y de ahí la tengo que dejar orear tres meses. La humedad que mido es la de la resina de la madera. Del secadero sale mojada, llena de agua. Por eso la tenés que dejar orear. Lo que hacen es reemplazar la savia por agua. Hay que dejarla orear unos meses. Es increíble: agarro un tirante de 3 metros. Cuando lo compro tiene 25% de humedad, lo levantás 10 cm, lo soltás y suena como un mazazo seco. Cuando está seco lo haces sonar y ¡ting! Suena como una campana. Ahí está la diferencia.”


No querían hablar y ahora no paran… (risas)

¿Quieren decir sus nombres y dónde los podemos encontrar?

Jonathan: “Soy Jonathan Garabello y estoy en Facebook. Allí está el enlace al blog, con fotos de instrumentos que voy haciendo, repartidas en álbumes. Desde allí me pueden contactar. Estoy en Parque Patricios. El teléfono está también en la página”.

Sebastián: “Yo soy Sebastián Vázquez. Me pueden encontrar en General Rodríguez. Facebook. Teléfono. No tengo página: tenía. Me robaron el dominio cuando venció y no quise renovarla para no transar con quienes me querían cobrar por ello. Así que hace unos meses me hice el Facebook. No tengo internet en casa: me manejo con el teléfono lo que puedo. No tengo una empresa que me dé servicio de internet.

Muchas gracias. (Aplausos)

Contactos:

Facebook: Jonathan Garabello Luthier

Facebook: Sebastian Vazquez

* Marcas de cuerdas para charangos que no se mencionan aquí




El último segmento musical está protagonizado por Martín Páez de la Torre, músico que viene desde San Miguel de Tucumán a compartir su arte con nosotros.  Nacido en Yerba Buena en 1978, Martín posee una importante formación académica orientada a la guitarra. Ha tocado en los ciclos “Guitarras del Mundo” y “Noche de Charanguistas”, así como en la edición tucumana del Festival “Sonamos Latinoamérica”. En mayo de 2013 compartió escenario con el guitarrista Patricio Echegoyen en Montevideo. Ha editado dos CD: “Charcos” (2010) y “Manos para la miel” (2011).



Martín Páez de la Torre


La primera composición que podemos escuchar es la obse titula De pájaros. Martín explora en las cuerdas sonoridades que se alejan de las expresiones más tradicionales para adentrarse en un mundo propio. Está tocada en ronroco.  Para la segunda pieza Martín pide prestado un charango. Se trata de Semillita, melodía cuya inspiración surgió recorriendo en bicicleta las yungas cercanas a Coroico, en Bolivia. El tema posee un arraigo más cercano a la música de raíz folklórica del norte, haciéndonos imaginar aquellos paisajes que lo motivaron.

Nuevamente con ronroco podemos apreciar Las cruces del camino, otra de las creaciones que suelen estar incluidas en los recitales de Martín. Dedicada a Tomás Curia, su amigo de la infancia, la obra describe caminos altiplánicos en una interesante búsqueda de planos sonoros. Manos para la miel, tema que ha dado nombre al segundo disco del artista, ha sido compuesta durante la estadía de Martín en un pequeño pueblo francés, cuyas características intimistas parecen estar cercanas a la personalidad introvertida del compositor.
El cierre del recital es con guitarra: Martín toca una composición del gusto de Ángeles titulada Alumbra. El instrumento elegido parece ser el ideal para que el artista pueda plasmar su introspectiva inspiración musicalmente. De esta manera finaliza este primer encuentro de Cultura Charango, espacio que ofrece un enorme potencial en la difusión y el disfrute de la música en charangos.






Agradecimientos especiales a Ángeles Filgueira Risso y Agustina Gómez


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